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Colaborando con la Fundación AINDACE colaboras con la investigación sobre el daño cerebral

 

Hoy queremos compartir con vosotros una historia personal llena de lucha y superación, queremos ponerle nombre y pasado al daño cerebral. Tras cada persona afectada por daño cerebral hay una historia, una vida, y hoy, queremos contaros algo más sobre una en concreto. 

 

Seguro que muchos de vosotros ya conocéis la plataforma testimonios Kurere, pero para aquellos que no hayan oído hablar de ello, en palabras de sus propios creadores es: “Una plataforma social sin ánimo de lucro. Un espacio para unificar, crear y dar visibilidad así como notoriedad a testimonios optimistas, esperanzadores y de superación, en todo tipo de dolencias crónicas, anomalías genéticas y personas con capacidades diferentes. No todas las personas vivimos la adversidad en la salud de la misma manera. Hay personas que convivieron o están conviviendo con una enfermedad, anomalía genética, discapacidad/incapacidad, propia o de alguien de su entorno más cercano, y cuya positividad, fuerza y esperanza, ayudarán, sin duda, a otras que estén en una situación similar, pero en un estado de pesimismo y falta de esperanza. Un lugar donde ayudar y buscar ayuda.”

Pues bien, hace algún tiempo, Raquel Rodríguez, una asociada de la Fundación AINDACE y también ya amiga, participó compartiendo su historia, su testimonio en esta plataforma y hoy queremos compartir con vosotros algunos fragmentos. Para aquellos que queráis leer la historia completa, podéis hacerlo pinchando aquí.

 

 

Raquel tiene Parálisis Cerebral de nacimiento, al nacer se quedó el cordón umbilical rodeando su cuello y la dejó sin oxígeno lo cual derivó en esta parálisis cerebral. Fue al colegio con normalidad, estudió, pero en muchas ocasiones se sintió distanciada de sus compañeros o profesores, por desconocimiento y desinformación. 

Hoy en día es una mujer adulta, feliz y satisfecha con la vida que ha construido a base de luchar y perseguir sus objetivos, pero sigue sintiendo esta barrera en ocasiones. 

“La barrera arquitectónica más grande que encuentro en el día a día es la ignorancia de las personas; el no entender o no saber lo que me sucede.”

Le gusta mantenerse ocupada, colabora con la Fundación AINDACE en Oviedo y ayuda a aquellos que lo necesitan. Hace cursos del Ayuntamiento entre otras cosas y todo con tal de mantenerse activa y llena de positivismo.

 

Lleva una vida como cualquier otro, el daño cerebral no es un impedimento para vivir con normalidad, alegría y lucha, tal y como lo haría cualquier otro ser humano. Uno de sus mayores deseos es “ser como los demás y que no me traten diferente”.

La historia de Raquel es una, pero hay miles de nombres y voces que nos ayudan a conocer otras realidades. Cada historia con sus particularidades, con su trasfondo y contexto pero con el denominador común de desear no sentirse juzgados y formar parte de la sociedad sin que el trato hacia ellos sea diferente.

 

Para eliminar esta barrera hecha de prejuicios y desconocimiento, la única herramienta posible es la educación. Impulsar proyectos sociales que eduquen en la integración, la tolerancia, el respeto y el conocimiento. Que la sociedad conozca testimonios como los de Raquel, entienda el daño cerebral, por qué se produce o que aquellos que lo padecen no son diferentes, es esencial no sólo para la inclusión sino también para permitirnos avanzar como sociedad hacia la tolerancia y el respeto a nuestros iguales.

 

Además, paralelamente, es fundamental invertir en entidades que investiguen el daño cerebral, tanto sus causas como sus posibles tratamientos con la intención de, por un lado entender estas enfermedades y en última instancia contar con las herramientas que les permitan desarrollar terapias de mejora para los usuarios. 

 

Por último, nos gustaría lanzar una reflexión y es que invertir en favorecer la investigación del daño cerebral no es solo solidaridad, sino también es cuestión de futuro. Enfermedades como el Alzheimer, el Párkinson, la Esclerosis o accidentes que conllevan traumatismos craneoencefálicos, por poner algunos ejemplos, son desgraciadamente comunes en nuestra sociedad y la posibilidad de que nos afecte en algún momento de nuestra vida en mayor o menor medida, es una realidad. Si llega ese momento, ¿no te gustaría que la investigación estuviera lo más avanzada posible?

 

La historia de Raquel es suya pero ella ha querido contarla para que sea de todos. Lo que le ocurrió en el momento de su nacimiento determinó el resto de su vida. ¿Y si te pasara a ti?.

 

Colaborar con la Fundación AINDACE es colaborar con la educación en la tolerancia y el respeto a nuestros iguales. Significa promover que la sociedad conozca más los asuntos que engloban el daño cerebral. Conlleva también ayudar a mejorar la calidad de vida de aquellas personas afectadas de daño cerebral así como de sus familiares. Implica saber que una parte de esa colaboración irá destinada a financiar la investigación para que se pueda seguir avanzando en ese campo y, por supuesto, significa invertir en el futuro de nuestra salud. ¿Y tú, colaboras?.

 

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