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Científicos de la Universidad de Yale devuelven la actividad a cerebros ya sin vida

Desde la Fundación Aindace, una fundación cuyo objetivo fundamental es ayudar a la investigación sobre el daño cerebral, hemos querido hacernos eco de un artículo publicado por el New York Times que podéis leer aquí en inglés.

 

Hemos recopilado la información que consideramos más relevante y que compete a la regeneración neuronal en el cerebro y en cómo este hecho puede suponer grandes avances en el plano de la investigación sobre daño cerebral. 

 

Científicos de la Universidad de Yale han conseguido mantener la actividad durante semanas en cerebros de mamíferos ya sin vida. 

 

El cerebro sigue siendo el órgano más desconocido para los científicos, pero también es uno de los más atrayentes de estudiar, por su complejidad y por su vínculo con lo que entendemos como vida. 

Grandes científicos desde el s-.XIX han elegido el cerebro como su campo de estudio y estos estudios se han ido enfocado hacia asuntos similares, como restaurar la vida, cómo mantener la actividad cerebral cuando el mamífero ha muerto. 

 

Uno de los objetivos más perseguidos ha sido restaurar la función del habla, la motora y el pensamiento, es decir, lo que esencialmente nos hace humanos. 

 

El Doctor Nenad Sestan, un neurocientífico pionero en el estudio del cerebro de los mamíferos, lleva años enfocado en este asunto. Sestan y su equipo se dieron cuenta de que en los cerebros que obtenían para sus investigaciones en la Universidad de Yale, eran capaces de cultivar y desarrollar células activas, de cerebros que estaban objetivamente muertos. En las circunstancias idóneas, podían mantener las células vivas durante algunas semanas. 

 

En este punto, Sestan y su equipo se preguntaron si eran capaces de restaurar la actividad en células concretas, ¿Qué les impedía restaurar la actividad en cerebros completos? Han conseguido generar células activas nuevas en cerebros de cerdo.

 

Una serie de investigaciones concluyeron que la muerte cerebral no es un evento aislado, sino que es un proceso gradual, en el que, por ejemplo, podían encontrar actividad cerebral significativa en cerebros de ratas más de tres horas después de su muerte. 

 

Mediante la introducción de un líquido preservador en el entramado venoso de un cerebro completo, Sestan ha observado cómo no se producía descomposición o crecían bacterias.

 

Las investigaciones aún están en sus estados más primarios y no tienen aplicaciones instantáneas pero, leyendo el artículo podemos inferir que llevan media década trabajando en algo que puede suponer un gran cambio para la humanidad. La restauración de la actividad cerebral en los cerebros de mamíferos ya muertos ayudaría a combatir más enfermedades, desarrollar más y mejores tratamientos, salvar más vidas y, en definitiva, saber más sobre un órgano desalentadoramente complejo.

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